La teoría de la estupidez de Dietrich Bonhoeffer, se basa en cuatro factores que determinan la estupidez humana, como son: el egoísmo, la ignorancia, la cobardía y la codicia.
Factores que determinan la estupidez humana
La estupidez humana principalmente reside en el egoísmo, ignorancia, la cobardía y la codicia, sobre las que Bonhoeffer desarrolla sus puntos de vista que incluyen el aprendizaje, el comportamiento de la sociedad, y todo ello con enfoques de psicología humana.
Con cada uno de estos cuatro componentes nos encontramos todos los días tanto en nuestra vida personal, particular, como, y sobre todo, en nuestra vida laboral, profesional.
Y aunque es muy fácil echar la mirada fuera, estos rasgos también tenemos que ser capaces de descubrirlos en nuestro propio comportamiento, en nuestra propia personalidad, para así remediarlo si es que caemos en ellos tanto en la vida personal como profesional
4 rasgos sobre la estupidez para Bonhoeffer
De estos cuatros rasgos que determinan la estupidez para Bonhoeffer:
El egoísmo sería el impulso de lograr algo para uno mismo a expensa de los demás demostrando poca empatía y desconociendo cuales pueden ser los intereses de los demás. Esto provoca malas decisiones a medio y largo plazo.
La ignorancia, es todos los conocimientos que tienen las personas pero que no se tienen en cuenta a la hora de tomar las decisiones
Actuando se actúa en nuestra vida profesional de forma estúpida se toman decisiones sin tener en cuenta todos los factores relevantes, las decisiones se toman únicamente con la intención de beneficiarse uno mismo sin considerar el bienestar de los demás, actuando de una forma codiciosa
No obstante, la estupidez, es consustancial a todas las personas influidos por la forma de pensar de todos nosotros, dejando de tener un razonamiento lógico, equivocándonos en las conclusiones.
Uno de los innumerables ejemplos dentro del ámbito de la empresa no lo podemos encontrar a modo de ejemplo a la hora de contratar un proveedor estratégico para nuestra entidad, sobre todo si este accede a datos de carácter personal.
El estúpido en estos casos puede tomar decisiones sin tener en cuenta todos los factores, pudiendo provocar esta decisión una catástrofe a medio o largo plazo.
Tomar decisiones basándonos solo por ejemplo en el factor precio estaría dentro de los fundamentos en los que se basa la teoría de la estupidez de Bonhoeffer (codicia y egoísmo), y no tener en cuenta si estos posibles proveedores cumplen a su vez con la normativa en protección de datos (facilitándonos garantías de cumplimiento), tal como establece el artículo 28.1 del Reglamento General de Protección de Datos, entraríamos dentro de otro de los fundamentos de la teoría de la estupidez (ignorancia).
Otro ejemplo lo tenemos cuando incumplimos el artículo 32 del RGPD que impone a los responsables de un tratamiento de datos personales la obligación de determinar y establecer las medidas y organizativas que garanticen los accesos no autorizados, la disponibilidad de los datos y la continuidad de los mismos, igualmente nos encontramos con ignorancia y tal vez con codicia ya que aplicar estas medidas tienen un coste.
Estos pueden ser algunos de los muchos ejemplos que nos podemos encontrar dentro del mundo de la empresa y no solo dentro del ámbito de la protección de datos, lo podemos ver en cualquier otro campo, como la prevención de riesgos laborales o en definitiva en cualquier obligación normativa a la que tenga obligación de cumplir la empresa en cuestión.
Para Bonhoeffer no existen protestas o marchas que tengan por objeto derrotar a la estupidez y esa es su ventaja imbatible, la estupidez es imprestable.
Teniendo en cuenta, lo innato de la idiotez, lo único que podemos hacer para no caer en ella es estar pendiente de nosotros mismos, autoevaluarnos de forma continua y ser autocríticos, entender que nuestras empresas son sujetos obligados a muchas normativas, nos guste o no nos guste y contar siempre con el apoyo de profesionales cualificados que nos ayuden en estos cumplimientos. De lo contrario, entraremos en un ciclo del que difícilmente podremos salir.
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